El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sorprendió al mundo en su primer día de su segundo mandato al firmar una orden ejecutiva que renombra el Golfo de México como el «Golfo de América». Esta decisión, parte de su discurso inaugural, busca, según el mandatario, reforzar la identidad nacional estadounidense y subrayar la importancia estratégica y económica de la región para el país. Trump también revocó el nombre Denali para la montaña más alta de América del Norte, devolviéndole el título de Monte McKinley, en homenaje al expresidente William McKinley.
El Golfo de México, que ahora será conocido oficialmente en los documentos y mapas estadounidenses como Golfo de América, es clave para la economía del país. Alberga vastos recursos naturales que aportan el 14% de la producción nacional de petróleo crudo y es hogar de una de las pesquerías más productivas del mundo. En su orden ejecutiva, Trump destacó la relevancia histórica del golfo como arteria comercial y su papel crucial en la economía actual.
Sin embargo, la medida no tiene implicaciones automáticas en el ámbito internacional. Organismos como la Organización Hidrográfica Internacional y el Grupo de Expertos en Nombres Geográficos de Naciones Unidas tienen jurisdicción sobre nombres oficiales reconocidos globalmente, y es poco probable que acepten el cambio unilateral propuesto por Trump. El nombre «Golfo de México» data de 1540, y una buena parte de la región marítima pertenece a México y Cuba, además de Estados Unidos, según acuerdos internacionales.
La decisión también ha generado tensiones diplomáticas con México. La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, respondió irónicamente al anuncio al sugerir que Estados Unidos podría ser renombrado como «América mexicana», mostrando un mapa histórico del siglo XVII que incluía parte del actual territorio estadounidense bajo esa denominación. Aunque aseguró que la relación con el gobierno de Trump se mantendrá cordial, señaló que el cambio de nombre refleja una postura hostil hacia México, especialmente dado el historial de declaraciones polémicas de Trump sobre temas como la migración y el narcotráfico.
El decreto, enmarcado en una agenda de reafirmación nacionalista, también revive viejos debates sobre la apropiación cultural y las tensiones territoriales en la región. Este giro inesperado en la política de Trump subraya su inclinación por decisiones simbólicas que polarizan tanto a la opinión pública como a los aliados internacionales.