Stellantis anunció la suspensión temporal de la producción en sus plantas de ensamblaje en México y Canadá, así como el despido temporal de 900 trabajadores en cinco instalaciones de Estados Unidos. La decisión responde a la imposición de un arancel del 25 % a la importación de automóviles en Estados Unidos, medida decretada por el presidente Donald Trump y que ha comenzado a afectar la industria automotriz. La compañía señaló que continúa evaluando los impactos a mediano y largo plazo de esta política.
En México, la planta de Stellantis en Toluca, donde se ensamblan los modelos Jeep Compass y Jeep Wagoneer S, cesará operaciones durante abril. En Canadá, la fábrica de Windsor, donde se producen las minivans Chrysler Pacifica y Voyager, así como el Dodge Charger Daytona, permanecerá cerrada por dos semanas a partir del 7 de abril. Estas decisiones impactarán también a proveedores en Estados Unidos, cuyas piezas abastecen estas instalaciones.
Los efectos de los aranceles han generado preocupación en la industria automotriz. El sindicato United Auto Workers calificó los despidos como una decisión innecesaria, mientras que Unifor, representante de los trabajadores en Canadá, alertó sobre el impacto en los 4,500 empleados de Windsor. Además, se espera que los nuevos gravámenes aumenten significativamente los costos de producción y provoquen alteraciones en la cadena de suministro.


La medida afecta especialmente a México, donde Stellantis es una de las principales productoras y exportadoras de vehículos. La industria automotriz de estados como Coahuila y el Estado de México podría resentir el impacto de la suspensión de operaciones, pues dos de los modelos más exportados a EE.UU., la RAM 2500 y el Jeep Compass, son ensamblados en el país. La compañía reportó que en marzo vendió 6,915 unidades en México, con la marca RAM liderando con 3,118 vehículos comercializados.
En el ámbito financiero, las acciones de Stellantis en Estados Unidos cayeron 2.2 % tras el anuncio de la suspensión de operaciones. Expertos prevén que las medidas arancelarias de Trump generen incertidumbre en el mercado automotriz y encarezcan los vehículos importados, trasladando el costo a los consumidores. Pese a ello, el mandatario estadounidense restó importancia a la situación y afirmó que “le tiene sin cuidado” si los precios de los automóviles suben, argumentando que esto incentivará la compra de vehículos fabricados en EE.UU.
La política arancelaria de Trump se enmarca en una estrategia de protección a la industria automotriz estadounidense, pero su impacto podría extenderse a fabricantes y consumidores de toda Norteamérica. Stellantis indicó que seguirá analizando los efectos de estos gravámenes y no descartó nuevas medidas en sus plantas de producción.
El panorama para la industria automotriz en la región es incierto. Con las restricciones comerciales en vigor y las empresas ajustando estrategias, el sector enfrenta uno de sus mayores desafíos en los últimos años. Se espera que otras compañías automotrices evalúen cambios similares en sus operaciones para mitigar el impacto de los aranceles.