Rocío Nahle García asumió la gubernatura de Veracruz con una estrategia que combina militarización, centralización administrativa y figuras polémicas en su gabinete. Durante su toma de protesta el 1 de diciembre, Nahle destacó la seguridad y la infraestructura como pilares de su gobierno, pero sus decisiones iniciales han generado tanto expectativa como críticas.

En seguridad, Nahle cedió el control estatal a la Marina, designando al contralmirante Alfonso Reyes Garcés como secretario de Seguridad Pública. Esta decisión refuerza la creciente militarización en Veracruz, con la inclusión de más mandos navales en cargos clave. Además, anunció reformas para devolver a los municipios el control de tránsito y movilidad, priorizando exámenes de confianza al personal.

En infraestructura, la gobernadora designó a Leonardo Cornejo Serrano, excolaborador en la refinería Dos Bocas y vinculado en el pasado al caso Odebrecht, aunque exonerado. Nahle defiende su capacidad técnica para acelerar proyectos, mientras centraliza recursos y licitaciones en la Secretaría de Infraestructura y Obras Públicas, que verá su presupuesto anual aumentar de 3 mil a 8 mil millones de pesos.

La diversidad en su gabinete también ha sido tema de debate. Aunque Nahle incluye siete mujeres en posiciones clave, como Claudia Tello en Educación y Luz Mariela Zaleta en Medio Ambiente, la mayoría de los altos mandos son hombres. Críticos señalan que la paridad de género parece más simbólica que real.

Con un gabinete compuesto por militares, empresarios y aliados de Morena, Nahle busca consolidar un gobierno centralizado y técnico, pero las críticas por el limitado arraigo local de algunos funcionarios y su apuesta por figuras polémicas ponen a prueba su liderazgo en una entidad marcada por desafíos de seguridad, transparencia y equidad.

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