El presidente de Corea del Sur, Yoon Suk Yeol, fue detenido este miércoles 15 de enero en un hecho sin precedentes en la historia del país. Investigadores de la Oficina para los Casos de Corrupción de Altos Funcionarios (CIO) lo arrestaron tras un operativo de alta tensión en su residencia oficial. Yoon enfrenta acusaciones de insurrección tras declarar brevemente la ley marcial en diciembre, medida que fue revocada por la Asamblea Nacional en cuestión de horas debido a su impacto en el orden democrático.
Yoon, quien había eludido varios intentos de arresto, finalmente fue detenido después de que los investigadores lograron penetrar múltiples niveles de seguridad en el complejo presidencial. La orden judicial permite retenerlo por 48 horas, tiempo en el que será interrogado. Su equipo legal negocia para evitar un posible alargamiento de su detención, que podría extenderse hasta 20 días si se aprueba una orden adicional. Durante su arresto, el mandatario publicó un mensaje en el que calificó las investigaciones como ilegales y aseguró actuar en defensa de la Constitución.
El operativo fue acompañado por un fuerte despliegue de seguridad con más de 3,000 policías y enfrentó resistencia tanto de su equipo de seguridad como de simpatizantes del presidente. Cerca de 6,500 partidarios de Yoon se reunieron en las inmediaciones del recinto para protestar contra su detención, mientras que una treintena de legisladores oficialistas criticaron la medida como una “persecución política”. Paralelamente, detractores del presidente exigieron su dimisión, reflejando la polarización política del país.
Este episodio se da en un contexto de crisis institucional sin precedentes. Desde su destitución provisional el pasado 14 de diciembre, Corea del Sur ha visto un vacío de poder, con el primer ministro y presidente en funciones también removido por el Parlamento. La nación espera ahora el veredicto del Tribunal Constitucional, que determinará si Yoon será formalmente destituido o restituido en su cargo.
La declaración de ley marcial del presidente, que justificó como una medida para salvaguardar la democracia, ha sido criticada ampliamente como un abuso de poder con tintes autoritarios. Este caso no solo pone en jaque a la administración de Yoon, sino que revive temores del pasado autoritario del país. El desenlace de este proceso marcará un hito en la política surcoreana, dejando una lección crucial sobre los límites del poder en una democracia.